El contexto: ineludible factor influyente en la creación de estilos comunicativos

Óscar Javier Rodríguez García

¿Hasta qué punto conviene poner énfasis en los ingredientes que son necesarios para la elaboración de un plato y su posterior deleite? Si celebramos un encuentro con amigos en un restaurante, es evidente que nos decantaremos por aquellos que más se ajusten a nuestro paladar: no todo el mundo tolera el marisco, mientras que otros prefieren una buena carne a la piedra, en contra de lo que podría pensar el vegetariano, que elige conscientemente llenar su estómago con ensalada, una hamburguesa de tofu y café. En cualquier caso, pidamos lo que pidamos, disfrutaremos de una buena comida sin prestar demasiada atención a la pizca de coñac que tenía la salsa rosa de los langostinos, la temperatura a la que fueron cocinadas las carnes o la procedencia del café, aunque esto dependerá de múltiples factores: los gustos de los comensales, el tesón de los cocineros, la calidad
de los ingredientes e, incluso, la compañía (casi siempre agradable y necesaria).

Por el contrario, un prestigioso chef preferirá contar hasta el último grano de sal que se añada a los alimentos que elabora, sin despreciar el punto de cocción que necesitan el pescado y la carne para que ninguno de los dos pierda su sabor ni su jugosidad, aunque, como en el caso anterior, esto también dependerá varios factores: de sus pinches, de si empleó gas o leña o, incluso, de si el cocinero tenía un mal día.

La gramática de cualquier lengua está compuesta de un conjunto de ingredientes que, empleados de cierto modo, dan origen a un producto diferente. El resultado final puede que sea parecido, pero nunca será lo mismo añadir vino blanco al sofrito de las albóndigas que agua. De la misma manera, el contexto (entendido en su versión más amplia del término) en el que los elementos de los que se nutre dicha lengua son empleados también influirá decisivamente en este producto definitivo, de modo que, en un invierno duro, el café se enfriará antes que en un tórrido mes de agosto.

Al igual que el chef elabora su plato pacientemente, con esmero y de manera personal, los hablantes también construyen el discurso seleccionando los elementos de manera premeditada y única, para que solo así puedan adaptarlo a los múltiples contextos y ajustar lo que dicen a lo que quieren decir, considerando además todos los aspectos que salen de los márgenes puramente lingüísticos, pero que son igualmente (si no más) importantes.

El análisis del discurso, y más concretamente la sociolingüística variacionista, “analiza los significados que comportan las variantes sintácticas […] que construyen estilos de comunicación” (Serrano, 2011: 8). Es decir, nada ocurre de manera arbitraria, sino que este discurso se sustenta necesariamente en diferentes factores que lo convierten lo que es por cómo ha sido configurado por el hablante, sus implicaciones y el escenario en el que se desarrolla. Imagínense prestar atención únicamente al resultado final de un plato sin que atendamos lo más mínimo a los ingredientes principales, la forma de cocción, la persona que lo ha elaborado o el lugar en el que lo hemos disfrutado. Por consiguiente, el análisis del discurso no es otra cosa que “el estudio del uso lingüístico contextualizado” (Calsamiglia y Tusón, 2002: 101). En dicho uso influyen la edad de los hablantes, su sexo/género, en nivel sociocultural o la adscripción socioprofesional, entre otros, los cuales son covariantes de todas las variantes que nos podamos encontrar de un fenómeno concreto.

Todavía hoy se siguen dando pasos para determinar cuáles son las implicaciones existentes que dan lugar a la producción de un enunciado u otro, todo ello atendiendo a estos factores externos a los que hacemos mención aquí, unido a la consecuente creación de estilos comunicativos. A estos se unen elementos propios no solo de los campos lingüístico o social, como se ha venido demostrando, sino otros como los cognitivos, pues el lenguaje es una capacidad integrada en la cognición general y es otro proceso mental más (Ibarretxe, 2013: 248).

El trabajo de investigación que estoy elaborando dentro del consolidado grupo de investigación CoSoLen (Universidad de La Laguna, España) y que da título a mi tesis: La primera persona como marca de (de)subjetivación en el discurso escrito, pretende dar luz sobre los campos de estudio mencionados: lingüística, análisis del discurso y cognición. Además, sigue las líneas del grupo al que pertenezco, que se encuentra trabajando en un ambicioso proyecto subvencionado por el Ministerio de Economía y Competitividad, dentro del Plan Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, llamado “Variación gramatical y construcción del significado en español: los objetos centrales y las construcciones desubjetivizadoras” (FFI2016-74825-P). A partir del corpus que estoy construyendo con textos escritos por estudiantes de educación secundaria, analizo las formas de primera persona del singular y del plural con el objeto de profundizar en las posibilidades discursivas que ofrece la lengua para que el hablante se posicione en mayor o menor medida en función de diversos asuntos de interés social que suelen generar debate. El alumnado se ha venido enfrentando a diferentes vídeos (musicales, institucionales…)  que trataban asuntos como la discriminación, la migración, la belleza… y debía elaborar un texto en el que cada uno emitiese un juicio. Resulta curioso observar que, en las tan solo quince mil palabras analizadas hasta ahora, las formas del singular aparecen en unos cien casos, aproximadamente (predominando en un 90% las formas verbales con el pronombre en función de sujeto omitido), mientras que las de plural alcanzan las 400.

(1) A partir de aquí ø comenzamos a plantearnos muchas cosas, ¿por qué me está pasando esto a mí? ¿qué ø he hecho mal? y nos comienzan a llegar un bombardeo continuo de insultos por redes sociales. Vienen a casa, tocan el timbre y nos amenazan. Nos dicen que nos pudramos y que no merecemos vivir.

(2) ø Siento tristeza al verlo porque realmente ø deberíamos ayudar a todas esas personas en vez de crear publicidad mostrando lo mal que lo pasan.

(3) En mi opinion, ø me considero una persona que se preocupa más por el interior que por el exterior. Sin embargo, a veces puede ser difícil asimilar esto ya que desde que ø somos pequeños ø hemos sido condicionados a que a los hombres les gusten las chicas flacas.

¿Por qué razón, si tradicionalmente la primera persona del singular se ha considerado más subjetiva, el alumnado se decanta por la segunda opción? El análisis debe hacerse a la inversa: los ingredientes de la lengua son los que dan lugar a productos determinados, pero no al revés. Por tanto, es conveniente desechar la teoría de las tipologías textuales, las cuales marcan patrones de funcionamiento estructurados de manera concreta, para pasar a la construcción de significados determinados en contextos concretos en función del empleo de los elementos, lo que da lugar a la creación de estilos comunicativos. Además, los estímulos a los que el alumnado es sometido podrían dar lugar a resultados diferentes, por lo que se trabajará también con textos e imágenes seleccionadas ex profeso para poder determinar si estos también son otro factor que covaría, es decir, que influye de modo determinante en la creación de dichos estilos. Del mismo modo, todos los factores covariantes mencionados arriba, en relación con el tipo de estímulo al que se enfrentan los hablantes, son cruciales a la hora de crear estas diferencias de estilo, creadoras de significados, aunque todavía es necesario continuar con este exhaustivo análisis para poder comprobar que las hipótesis que se barajan se cumplen.

En definitiva, con este estudio, pretendo contribuir con el análisis que se ha venido haciendo sobre el tema, de manera que los nuevos hallazgos que deriven de esta investigación se sumen a los que el grupo CoSoLen ya ha venido aportando al panorama sociolingüístico desde hace varios años.

Referencias

Calsamiglia Blancafort, H. y Tusón Valls, A. (2002) Las cosas del decir. Barcelona: Ariel.

Ibarretxe-Artuñano, I. (2013) “La lingüística cognitiva y su lugar en la historia de la lingüística”, Revista Española de Lingüística Aplicada, 26: 245-266.

Serrano, M. J. (2011) Variación Variable. Almería: Círculo Rojo/Ministerio de Ciencia e Innovación.

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