La tercera persona del plural como construcción desubjetivadora

Entre las construcciones del español caracterizadas tradicionalmente como impersonales figura el uso de verbos en tercera persona del plural (es decir, con la desinencia –n) sin un sujeto correferencial en el contexto ni un referente claramente identificado en la situación comunicativa. Este uso, al que nos referiremos como no fórico, se da en ejemplos como los siguientes:

(1)       Están llamando a la puerta; voy a ver quién es

(2)       Dicen que el tiempo seguirá cambiando en los próximos años

(3)       Otra vez les han subido los impuestos a los autónomos

En algunos estudios se han aducido ejemplos de interpretación no fórica de pronombres expresos como ellos; no obstante, casi siempre se da en el contexto alguna expresión que contribuye a acotar la referencia de dicho pronombre (así, la oficina en Fui a la oficina y ellos querían que yo firmara todos los papeles). Lo que sugiere esto es que todos los usos de la tercera persona del plural forman un continuum de mayor a menor especificidad de la referencia, con los usos propiamente no fóricos como caso extremo en que la desinencia verbal constituye por sí misma una marca de lo que habitualmente se ha denominado impersonalidad, similar a la partícula se en contextos en que anula la necesidad de identificar un sujeto. Por supuesto, existen importantes diferencias discursivo-cognitivas entre ambas construcciones, que será preciso analizar en el futuro. Ambas parecen constituir recursos de desubjetivación, al alejar el contenido de la esfera de los participantes directos y atribuirlo a una referencia personal externa y a menudo bastante difusa.

En el plano semántico, la interpretación no fórica se da normalmente con verbos que denotan acciones (ejemplo 4); suele ser difícil con los que indican procesos (5) y aparentemente imposible con los verbos estativos (6).

(4)       Cuentan que el rey tenía tres hijas

(5)       ?Viven más con una alimentación saludable

(6)       #Están cansados después de trabajar

Obsérvese que los dos últimos enunciados resultarían más aceptables con otras construcciones desubjetivadoras, como las citadas de se, las del pronombre indefinido uno, o bien con sujetos de valor generalizador como la gente o todo el mundo. Ello incide en las peculiaridades discursivas y cognitivas de la tercera persona del plural. En particular, el hecho de que su alcance referencial parezca excluir necesariamente tanto al hablante como a la audiencia, lo que no ocurre con otras construcciones, da como resultado que en (5) y (6) parezca necesaria la existencia de un referente más o menos específico en el contexto, que establezca concordancia con la desinencia –n. Se trata de hechos que no tendría sentido atribuir a una pluralidad difusa en la que no estuvieran incluidos los propios participantes, que es lo que se consigue discursivamente con el uso de dicha desinencia.

Por otra parte, el uso no fórico no solo aparece asociado prototípicamente al papel semántico de agente, sino que se ve restringido a la función sintáctica de sujeto. Es decir, únicamente puede darse en la conjugación subjetiva, realizada a través de la desinencia, y no en la objetiva, representada por los clíticos verbales. Si se consideran los siguientes ejemplos, parece claro que en (7b) la forma les ha de aludir a un referente identificable por parte de la audiencia, lo que no ocurre necesariamente con la desinencia de acaban en (7a).

(7a)       Me acaban de dar una buena noticia

(7b)       Les acabo de dar una buena noticia

La explicación reside probablemente en que, mientras que el verbo español siempre requiere desinencias de sujeto (o de ausencia de este, en el caso de las formas no personales), los clíticos solo aparecen con verbos que los admitan en su régimen, y no suelen ser obligatorios: en el ejemplo de arriba, sería posible omitirlo (Acabo de dar una buena noticia) y se entendería que el posible beneficiario es irrelevante. Es decir, el equivalente objetual de la desinencia de sujeto no fórica no sería un clítico, sino la propia omisión de toda marca de objeto. Cuando se formula alguna de estas marcas, es porque existe un referente recuperable, precisamente por la menor centralidad argumental y obligatoriedad formal de los objetos con respecto al sujeto.

Como cualquier construcción gramatical, la tercera persona no fórica posee un significado cognitivo inherente, relacionado con esa referencia difusa y externa a los participantes directos, y puede generar valores pragmático-discursivos al formularse en contextos reales de comunicación. Por la misma razón, en futuros estudios será posible someterla a análisis cuantitativo y cualitativo en el lenguaje de los medios de comunicación y en otros ámbitos interactivos, además de comparar sus pautas de uso y variación con las de otras elecciones formales relacionadas con la desubjetivación del discurso.

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