El artículo «Syntactic variation and communicative style» de María José Serrano y Miguel Ángel Aijón Oliva está publicado en Language Sciences (Elsevier) (2011, nº 33, págs. 138-153), revista que forma parte del prestigioso repertorio internacional Journal Citation Reports con un índice de impacto de 0,615 en el año 2010, lo que supone estar situada en el tercer cuartil de las más importantes en la especialidad de Lingüística. El trabajo establece los presupuestos hermenéuticos de la variación sintáctica que el grupo de investigación CoSoLen aplica al estudio de la variación morfosintáctica, partiendo, como ya se ha señalado en otras publicaciones, de la relación establecida entre la variación sintáctica y el estilo comunicativo, idea desarrollada a partir de algunas sugerencias realizadas por Beatriz Lavandera en sus críticas al variacionismo correlacional o laboviano, a la que se le añaden algunos preceptos de la lingüística cognitiva. La teoría se ilustra con el análisis de cuatro variables morfosintácticas: los clíticos verbales, las construcciones de pasiva, la marcación funcional en los nexos relativos y la colocación del sujeto pronominal como recurso de (des)cortesía verbal. La publicación de este artículo apoya y refuerza los principios sobre la relación entre la variación sintáctica y el estilo comunicativo creado a partir de algunas propiedades cognitivas gramaticales ya expuestos en el artículo «The cognitive bases of linguistic style» actualmente en prensa en Sociolinguistic Studies 4,1 y que venimos desarrollando y aplicando en el proyecto de I+D «Los estilos de comunicación y sus bases cognitivas en el estudio de la variación sintáctica en español» (FFI2009-07181/FILO).
En la primera parte del artículo se argumenta la idea central de este enfoque fundamentado en que la variación sintáctica normalmente da lugar a distintos significados y que estos están distribuidos por la escala social heterogéneamente. Al mismo tiempo insistimos en que el futuro de la investigación variacionista ha de pasar por abandonar definitivamente la tendencia a estudiar la sintaxis de forma separada del plano semántico. Esto implica obviar el tradicional requisito de la igualdad o equivalencia descriptiva y situar precisamente en las variaciones de significado la posibilidad de explicar la variación formal. A continuación se examina el concepto de estilo en la teoría sociolingüística. Se ha señalado en más de una ocasión que la investigación en el campo del estilo debería ser la llave para la conformación de un modelo teórico de la lengua que integre el sistema y el uso y los distintos tipos de variación sincrónica, sin embargo este objetivo está aún lejos de ser conseguido. De hecho, el estilo, sobre todo en la sociolingüística variacionista, es una cuestión secundaria; en el seno de esta teoría el estilo se considera la consecuencia de la atención que el hablante pone en su discurso. Se trata de un enfoque del estilo basado en el grado de conciencia que el hablante tiene ante su forma de hablar en cada momento y en su nivel de control sobre las alternativas lingüísticas que (se supone) maneja. Así, la concepción laboviana de estilo está supeditada a las diferencias sociales del habla, esto es, la estratificación social se considera más amplia que la estilística, de forma que existe una ordenación de lo estilístico dentro de cada categoría social.
Sin embargo, los resultados de las investigaciones realizadas nos permiten comprender que las diversas situaciones de comunicación establecen grados diversos de libertad estilística; el hablante siempre puede contravenir las normas de interacción lingüística, pero los resultados no siempre serán ventajosos para él. Así, toda actividad estilística podría concebirse como resultado de la tensión entre lo que promueve la situación comunicativa (y el contexto sociocultural más amplio en que esta se inserta) y el designio comunicativo del hablante, como ente racional dotado de aspiraciones y necesidades. Por lo tanto, de las diversas teorías sociolingüísticas actuales se deduce que el estilo es un elemento que media entre la variación lingüística y las prácticas sociales de caracterización del propio individuo y de los otros; el discurso y la variación lingüística constituyen conjuntamente un recurso para construir los estilos. En este sentido, el estilo se define como una asociación de recursos lingüísticos identificables en la práctica social; así pues, las variables lingüísticas –y especialmente las sintácticas- son socioestilísticamente significativas a partir de su participación en la construcción de estilos personales o grupales.
Una de las principales ideas que reseñamos en este trabajo es la de que el estilo construye el significado. Y de hecho, esto ha podido confirmarse en varias investigaciones. Por ejemplo, a partir de la concepción del estilo de Finegan y Biber como efecto de la situación y de sus necesidades comunicativas se ha comprobado la relevancia de los factores estilísticos en la variación morfosintáctica, concretamente en el paradigma variable de de los clíticos verbales españoles en los medios de comunicación, ya que parte de la idea de que lo que varía según la situación comunicativa no es sólo la frecuencia de una variante, sino también los contextos que la favorecen. Esta concepción de la variación estilística rebasa con mucho las tradicionales clasificaciones en torno a la escala de formalidad-informalidad, al incorporar varias dimensiones diferentes y distintos niveles analíticos, al tiempo que apoya la idea de que la variación lingüística (y, concretamente la no fonológica) no constituye una mera distribución de frecuencias desprovista de consideraciones cualitativas o explicaciones concretas, sino un fenómeno mucho más amplio y general, que repercute en la estructura gramatical y en la organización del texto. Así entendido, el estilo alcanza a todos los niveles: representativo, pragmático-discursivo, sociosituacional y cognitivo. Es precisamente este factor, el cognitivo, el que adoptamos de forma novedosa en este enfoque variacionista; todas las teorías sociolingüísticas se centran en el rol del hablante como usuario de la lengua, pero lo cierto es que muy poco sabemos de las verdaderas causas que conducen a un hablante a seleccionar una variante frente a otra; la relación entre hablante y uso ha sido poco explorada, ya que siempre ha prevalecido una posición conductista: el hablante se comporta según su categoría social y la situación comunicativa. Esta tendencia ha prevalecido sobre todo en el variacionismo, donde se estudian clases cerradas de individuos con comportamientos previsiblemente opuestos en cuanto a una determinada variable lingüística y de los que se espera un comportamiento homogéneo en su comunidad de habla; pero no se nos explica nada acerca del individuo más allá de su mera pertenencia a una clase social. Estos análisis no aclaran por qué el sistema lingüístico permite y a veces incluso perpetúa una situación tan antieconómica como la existencia de varias alternativas para expresar (supuestamente) el mismo contenido, ni mucho menos por qué ciertos tipos de interacción, y ciertos caracteres sociodemográficos de los hablantes, parecen potenciar el recurso a ciertas formas lingüísticas en detrimento de otras. Consideramos que la variación lingüística es fiel reflejo y a la vez figuración de una realidad extralingüística percibida como variable, difusa y cambiante; las formas alternantes nunca significan exactamente lo mismo, aunque pudiera parecer así en un análisis semántico superficial. Las elecciones que realiza el hablante al construir su mensaje no son aleatorias ni poseen sólo connotaciones de índole psicosocial, sino que conllevan una forma particular de configurar la realidad a través del discurso. Además de los citados avances en el estudio del estilo como construcción del significado y en la consideración del continuum sintaxis-discurso-pragmática, es de mencionar el desarrollo del paradigma teórico cognitivista, asentado en el principio de que no tiene sentido separar el lenguaje de las demás actividades mentales del ser humano, y que, de hecho, la forma lingüística va unida indisolublemente al contenido que expresa. Tal explicación de la variabilidad lingüística remitiría a principios generales de la cognición humana y a la forma en que esta se construye a través de la interacción con el medio físico y con otros miembros de la especie. Esto conduce a pensar que no puede haber mejor teoría para desarrollar la sociolingüística que aquella que se apoya en la base cognitiva de la lengua.
La segunda parte del artículo se dedica a ilustrar esta teoría con algunos resultados del proyecto de investigación en su aplicación a las variables sintácticas señaladas. En todas ellas hemos podido confirmar la existencia de patrones socioestilísticos asociados a la variación sintáctica, insistiendo en que dicha variación no es simplemente de carácter superficial o formal, sino que entraña significados modulados a través de la cognición.
Debemos suponer que la publicación de este artículo en Language Sciences es un logro importante para el grupo de investigación y una motivación para continuar con nuestras pesquisas en el complejo mundo de la variación sintáctica.
1 comentario
Sin duda, el hecho de publicar en una revista internacional de prestigio es un paso importante para este proyecto de investigación. Sobre todo, porque demuestra que el campo de aplicación de nuestras investigaciones no se circunscribe a la lengua española y a sus fenómenos gramaticales, sino que el enfoque posee relevancia con vistas a la construcción de una teoría lingüística general. Creo que estamos desarrollando lo que podría llamarse un modelo «total» de la variación lingüística, en el que los tradicionales «factores» de variación dejan de verse como fuerzas que actúan independientemente y sin más interpretación científica que la meramente descriptiva, para pasar a entender todos esos factores como fenómenos de significado en cualquier plano interno y externo del uso del lenguaje, y que se hallan relacionados entre sí, aunque muchas veces tal relación no resulte evidente. Ello nos obliga a manejar y combinar conceptos y técnicas de la lingüística teórica, la pragmática, la sociolingüística variacionista e interaccional y otras muchas líneas de investigación, ya que todas ofrecen aportaciones interesantes para el estudio de la variación sintáctica. El gran desafío es, por supuesto, conseguir que esta amplitud de miras no desemboque en la dispersión, sino, muy al contrario, que el gran volumen de investigación que prevemos pueda unificarse bajo un modelo teórico general.