El estudio de la variación en sintaxis se ocupa de las sucesiones y combinaciones de elementos que proporcionan a los hablantes la capacidad de representar los contenidos de modo diverso y de orientar de una u otra forma la comunicación humana. Dado que esta variación constituye el principal punto de partida para la creación de significados, conlleva importantes repercusiones semánticas, cognitivas, sociocomunicativas y estilísticas. Es ya sabido que mediante la incorporación de distintas herramientas hermenéuticas y teorías en el análisis (fundamentalmente de los estudios discursivo-pragmáticos y de la lingüística cognitiva) la variación sintáctica ha podido estudiarse y analizarse adecuadamente, no como causante de un “problema” de significado, sino precisamente como el origen de este.
Así pues, los numerosos estudios en este campo permiten entender por qué un hablante emite una construcción de una forma determinada en una situación social y comunicativa concreta y cómo se construye la elección o posibilidad significativa que comporta. La variación sintáctica es uno de los mayores potenciales lingüísticos de significado que poseen todas las lenguas, ya que es el reflejo de la variabilidad del entorno natural y social donde se desenvuelve el ser humano.
Al lado de la cuestión de la pretendida sinonimia de las variantes sintácticas, se han debatido otros tres aspectos: la naturaleza de la variable y su determinación, la “cantidad” de variación sintáctica en una lengua y la implicación de la variación en sintaxis con los factores sociales. Esta última cuestión ha sido muy debatida, pero ha sido demostrado que puede y debe ser puesta en relación con los distintos factores y elementos del entorno circundante, considerándolos como representaciones estilísticas concretas que son utilizadas por los hablantes en distintas situaciones e interacciones comunicativas.
En los estudios de variación sintáctica se pueden establecer tres etapas más o menos definidas. La primera, cuando se emprende el análisis de las variantes sintácticas como formas alternantes o sinónimas y donde se pretende hacer prevalecer el factor social como principal factor explicativo (con claras reminiscencias de la dialectología tradicional), estudiando formas que se correlacionan con clases o grupos sociales, entendidos estos como conjunto de individuos con unas características inherentes comunes y previsiblemente estáticas, y donde predomina el estudio de comunidades de habla localizadas geográficamente. La segunda (aproximadamente a partir de los primeros años de la década de los 90), en la que se incorporan las herramientas del análisis del discurso y de la pragmática lingüística, además de otros componentes fundamentales de la interacción comunicativa. La tercera, más reciente, donde resulta obsoleto e improcedente cuestionarse la sinonimia de las variantes. Se considera que estas son “formas distintas de decir cosas distintas” a partir de sus propiedades cognitivo-textuales inherentes y que están estrechamente relacionadas con distintos factores de naturaleza social, entendidos y aplicados como elementos dinámicos, adaptados al objetivo de la comunicación y puestos en relación con el tipo de texto y con la situación o interacción donde se producen.
Han sido muy numerosos los casos de variación sintáctica estudiados, sobre todo como dos formas que pueden alternar en un mismo contexto. Con el estudio de alternancias hemos podido concluir que la mayor deficiencia en los análisis variacionistas tradicionales es la ausencia de una explicación factible de la relación entre hablante y uso, y ello debido al predominio de una postura conductista que analiza clases cerradas de individuos con comportamientos previsiblemente opuestos (clase alta frente a clase baja, hombre frente a mujer, etc.) en cuanto al uso de una forma lingüística, de los que se espera una conducta más o menos homogénea en su comunidad de habla. Así, por ejemplo, se relaciona el fenómeno (de)queísmo con un sexo o género y el uso de usted con la edad que posee el individuo, sin explicar nada más allá de la frecuencia con la que, según esta pertenencia, se utiliza una determinada variante en oposición a otra.
Por ello, venía siendo necesario ahondar en la naturaleza comunicativa de la variación en el plano sintáctico y enfocar su estudio desde una perspectiva diferente, donde no se describen simplemente fenómenos variables, sino que además se explican. Así pues, las contribuciones recientes al estudio de la variación sintáctica no puede pasar por alto el paradigma teórico cognitivista, basado en que forma y contenido son indisolubles. De este modo se crea una metodología para el estudio de la variación que, partiendo de sus propiedades cognitivas, crea distintos significados (lingüísticos y sociales) los cuales pueden dar lugar a estilos comunicativos en el discurso. Tomando como punto de partida algunas propiedades cognitivas que posee la gramática, tales como la prominencia cognitiva y la informatividad textual, se ha podido desarrollar ampliamente el estudio de la variación sintáctica en la actualidad, fundamentalmente en lo que respecta a la variación de los sujetos pronominales en español. Este nuevo enfoque del estudio de la variación sintáctica, que conjuga el significado de las variantes y la perspectiva cognitiva y textual con la sociocomunicativa ha permitido alcanzar notables resultados en torno a la variación estilística, fundamentalmente en torno a las dimensiones del continuum objetividad-subjetividad. También ha servido para abordar las tradicionales clases sociales de un modo dinámico y adaptado a la interacción; se estudian funciones comunicativas que los hablantes desempeñan en los textos conversacionales (transaccional o interpersonal) y adscripciones socioprofesionales en los textos de los medios de comunicación, además del sexo/género.
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Excelente aporte, gracias.